El grupo comandado por Eliezer Barletta presenta su disco Ciudad de luz, en el que combinan estridencia rockera con filosofía jasídica y melodías de Medio Oriente
Foto de Oliver Kornblihtt.
Riffs metaleros, ritmos quebrados, bases de bajo abundantes en tapping y espiritualidad. En medio del cruce de todos esos ingredientes, Atzmus encontró el camino para canalizar su propia energía. Liderado por Eliezer Barletta, un judío jasídico ortodoxo, el grupo (que tomó su nombre de un término sobrenatural que hace referencia a la Esencia Divina) combina machaques de guitarras con melodías que remiten a la música de Medio Oriente. En sus tres años de existencia, la banda que completan el guitarrista Emanuel Cohenca, el bajista Javier Portillo y el baterista Josué Arrúa, grabó su primer disco, Ciudad de luz (disponible paradescarga gratuita y también en todas las disquerías del país), pasó por La Trastienda, y tuvo su debut cinematográfico como parte de La suerte en tus manos, la nueva película de Daniel Burman. Antes de una nueva presentación en Roxy Live, Barletta responde algunas preguntas y devela algunas curiosidades del grupo.
¿Cómo se crea Atzmus?
Si bien venimos tocando hace muchos años en forma individual, la banda nace en el 2009. La idea fue hacer una música extrema fusionada con elementos propios de la esencia de cada uno y sus respectivos mundos. Procedemos de lugares musicalmente muy distintos, no obstante se puede apreciar como un patrón de influencias conjuntas que van desde los riffs super ajustados de Emanuel, pasando por las líneas armónicas del bajo de Javier y su bruta ascendencia al blues, tango y folklore, lo cual lo lleva a construir un sonido con una dinámica poco común para una banda de rock. En el caso de Josué, su desarrollo en los parches es muy variado y complejo. Toca muchos golpes fantasmas, que son fills propios de un batero de jazz. Su inclusión de funk, candombe y ritmos étnicos de compases irregulares y métricas muy trabadas te sacan de juego al toque si no estás bien parado como cantante. Toda esa riqueza musical hace un combo muy potente, heterogéneo, experimental y divertido al mismo tiempo. Si bien tenemos gustos muy amplios y hasta lejanos por momentos, nos permitimos la posibilidad de tocar lo que nos gusta, y enriquecernos uno del otro.
¿Qué creen que los define?
Todavía no lo sabemos. Eso emana de las distintas variables de la gente, sus estructuras mentales y hasta de los mercados. Vemos que la banda genera asombro, como si dijeran "¿Y esto, qué onda?" Después depende de cada persona y de su grado de análisis personal. Para nosotros lo que nos define es nuestra música, elaborada desde una fusión que sin quererlo arroja una cuota de curiosidad y de investigación, aunque sea para ver de que se trata. La música es expresión, el día que dejás de decir lo que creés o pensás es porque te mandaron a tocar el arpa. Las bandas con identidad propia son las que triunfan y dejan huella en la historia. El flaco dice: "Si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro". La música es la poesía del corazón y un músico debe expresar lo que siente sino esta muerto.
¿Qué creen que une a la espiritualidad con el rock?
La rebeldía constructiva de no aceptar el ocultamiento de la Divinidad en el mundo. Cada hombre es un creación en si mismo, con todo el potencial de iluminar su entorno trasformando su propia oscuridad en luz. Cada uno de nosotros puede hacer de su mundo una "Ciudad de luz" y de esta forma aportar a un mundo mejor. El mundo no es transformado por hombres que mueven montañas, ni por los que lideran las revoluciones, ni por los que manejan los hilos de las finanzas. La historia nos enseña que naciones enteras se transforman por unos pocos actos de bondad llevados a cabo por un puñado de soldados desconocidos. ¿Cómo? ¡Con amor! Todos los problemas del mundo son el resultado de la contención de la luz y nuestra generación tiene el desafío final de corregir esta situación.
¿Creen que el mensaje religioso de sus letras le limita el acceso a parte del público?
No, nadie impone nada a nadie. A veces pensamos que para desarrollar conceptos de unión o de paz entre los hombres tenemos que pensar todos iguales, creer todos lo mismo, pero paz no es homogeneidad. Paz es cuando existe una pluralidad que encuentra una Unidad Superior. Puede haber hombres sin religión pero no puede hombres sin amor, porque la base y el fundamento del mundo es el amor. Y para eso, como trabajadores de la música hacemos canciones con letras que invitan a la reflexión y al desarrollo interior.
Aparecen en la última película de Daniel Burman, ¿cómo se dio esta participación y cómo fue la experiencia?
Daniel es uno de esos tipos que brillan con luz propia por que saben poner el corazón en lo que hacen y cuando las cosas se hacen así el éxito está asegurado y es contagioso. Fue una experiencia maravillosa formar parte de su octava película, especialmente por que el ocho es el número de lo sobrenatural, donde los pasos del hombre se mueven por encima de la naturaleza de las cosas. Creo que es la primera vez que una banda de rock de Argentina recibe una participación en un film internacional de un director tan premiado y con un elenco tan groso. Además de Jorge Drexler y Valeria Bertuccelli, la película cuenta con la participación de Norma Aleandro y Luis Brandoni. Creo que conocimos gente muy buena durante el proceso de rodaje y Drexler fue una de ellas. Al terminar de filmar "Ciudad de luz" nos dijo: "¿Y cómo no los va a escuchar Dios con el volumen que tocan?" Es una de esas personas que saben trasmitir la belleza de lo simple. Un lujo trabajar a su lado y aprender de su sencillez.
Por Joaquín Vismara
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