LIDER DE AMI. Joam Gabaria, secretario de organización de AMI, perdió su trabajo tras ser detenido por orden de la Audiencia Nacional
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A finales de diciembre de 2004 se cumplía el décimoquinto aniversario de la muerte del cantante pop gallego Andrés Dobarro. On tren que me leva pola beira do Miño me leva, me leva polo meu camiño... La fecha no es baladí en Galicia. Este Charles Aznavour de corredoira había conseguido entre finales de los 60 y principios de los 70 colocar en el mercado español cuatro discos en gallego que llegaron a ser número uno en ventas. España guatequeaba al son de Fórmula V, Los Brincos, Los Sirex, Los Relámpagos... y subía el volumen ante algún que otro fusilamiento dictado por la mano ya titilante de Franco.
Andrés Dobarro murió el 22 de diciembre de 1989 triste, solitario y con sólo 41 años. Enfermo y olvidado. Sin dinero. El 22 de diciembre de 2004 un grupo de veinteañeros homenajeó al cantante. El homenaje era en el local social A Treu, que significa algo así como A Menudo. Entre carteles independentistas, fotos de Fidel y del Che, pasquines solidarios con pueblos desfavorecidos, o del reagrupamiento de los presos independentistas gallegos (que vienen a ser dos), se proyectaban la peligrosa cinta En la red de mi canción, protagonizada por el mito protonacionalista ferrolano y la imperecedera Conchita Velasco. A las nueve de la noche, seis policías municipales tomaron el local y lo cerraron con la excusa de que Conchita Velasco hacía demasiado ruido cantando Corpiño xeitoso, o cualquier otro tema subversivo, en el tejado de la Catedral compostelana. En A Treu todavía se están riendo.
Pero aceptan una entrevista con este medio sólo tras decidirlo asambleariamente. Se cabrean cuando el fotógrafo recorre el local con la cámara. Se cabrean mucho. Aunque se les garantice que sus rostros no van a ser reconocibles. Y piden al reportero el carné de identidad. Cuyo número apuntan en una servilleta de papel. Que rompen una hora más tarde delante de unos whiskys y unas raciones de jamón asado.
-Ya, el viejo truco -bromea el periodista-. Llevas siempre una servilleta de bar en el bolsillo para hacer el paripé. El número de mi carnet sigue en tu bolsillo. Eso lo aprendiste de la Stasi, cabrón.
-Calla, tío, calla -se mete un trago-. Que me siento un miserable.Y esto es una gilipollez.
-Tranquilo, tío, lo comprendo.
El periodista lo comprende doblemente. Ha hablado antes con la Guardia Civil. Con guardias civiles que creen que locales como A Treu, que han florecido por toda la geografía urbana gallega en los últimos dos años, son sedes encubiertas de grupos independentistas radicales que buscan mimetizar la red de herriko-tabernas vasca (criminalizada por Baltasar Garzón en 2001 como parte del entramado etarra).
Pero también ha visitado a otros guardias civiles que consideran que operaciones como la ordenada desde la Audiencia Nacional por el juez Santiago Pedraz el pasado 14 de noviembre, cuando se desmantelaron tres de estos locales y detuvieron a 10 personas de entre 19 y 24 años, no tienen sentido: «Que un juez de la AN monte la que le montó a esos chicos para dejarlos en libertad inmediatamente es una estupidez».
CRONICA ha recorrido Galicia para visitar cinco de las cerca de 20 herriko-tabernas (sic) gallegas un mes después de la redada.Y una semana después de que el Bloque Nacionalista Galego presentara su polémica propuesta de Estatuto para Galicia, en la que se vindica el término nación para la comunidad y se contempla la anexión voluntaria de pueblos gallegohablantes de otras comunidades.Propuesta que algunos analistas han vinculado al deseo de Anxo Quintana (líder de la formación nacionalista) de recuperar a una franja de posibles votantes descontentos con la supuesta derechización del BNG, aprovechando el momento dulce que vive el nacionalismo bajo el Gobierno Zapatero.
Miguel es uno de los impulsores de la taberna A Esmorga en Ourense.Como todos los entrevistados, coincide en acusar al BNG de abandonar el trabajo social. La política de calle. Y de utilizar electoralmente los amplios movimientos de protesta surgidos a raíz de la catástrofe del Prestige o de la guerra de Irak. «Dentro del BNG hay choque y descontento por el perfil excesivamente moderado de Quintana.Además, nosotros no hacemos política para estar en el mercado electoral, como ellos. Lo hacemos porque sentimos la injusticia, por principios éticos», explica este joven delante de una cerveza (que él no bebe) en un local que busca (aunque él asegura que no es así) la mímesis con la estética radical de las herrikos vascas: carteles vindicativos, fotos de presos, ejemplos periodísticos de la represión españolista... Aunque con una clara diferencia: en todas prima la actividad cultural sobre la política. Cursos, conferencias, recitales, conciertos... «No son locales políticos.Son centros dinamizadores que nacen, por ejemplo, para paliar la castellanización de las ciudades. Nos enfrentamos a nuestra desaparición. No queremos ser una Occitania más, sin lengua propia».
LABORATORIO DE HACKERS
Toño, en el local coruñés de A Treu, enseña al periodista la biblioteca, unos 500 volúmenes, explicando los mismos objetivos.«No somos fundamentalistas. Mira, hay libros en castellano. Si algo vale la pena, da igual la lengua en que esté escrito». En A Treu hay ordenadores a disposición del público para navegar por internet gratis. Por supuesto, bajo software libre. Y un hacklab, un laboratorio de hackers, que entre otras cosas se dedica a recuperar viejas máquinas para gente con pocos medios.Han viajado a Argentina, a Chiapas y a Palestina para impulsar proyectos comunes... No sólo proyectan películas de Andrés Dobarro y Concha Velasco.
Toño y Miguel apenas pasan de los 25. Pero el segundo es menos reticente a hablar de política. Quizá por su filiación a AMI.O porque está ya más bregado con tres detenciones a la espalda.Además de esta última, pasó por el cuartelillo en el 95 tras la manifestación por la presencia del Príncipe Felipe en el 500 aniversario de la Universidad compostelana, y en 2004 por arrojar pintura contra una oficina de reclutamiento. Estuvo a punto de perder su trabajo como diseñador gráfico tras la última detención.Pero no le importa comprometer sus ideas en un «medio españolista».Por ejemplo, lucha armada: «Cuando no hay métodos democráticos para defender unos derechos es lógico que la gente adopte posturas violentas, como en Euskadi. A nosotros no nos gusta, que quede claro. Y a los vascos tampoco. Pero es el artículo ocho de la Constitución española el que otorga a las armas la misión de defender la unidad de España».
El objetivo de Pedraz en la operación Castinheira de noviembre era el movimiento en que milita Miguel, la Assembleia da Mocidade Independentista (AMI). Movimiento juvenil defensor de la separación total de España y del uso del portugués.
Joam Bagaria tiene 24 años, es licenciado en Historia, responsable de organización de AMI y otro de los detenidos por Pedraz. Diez de la mañana del 14 de noviembre. Agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, venidos desde Madrid, detienen a Bagaria en el barrio lucense de Meilán y lo conducen para someterlo a un reconocimiento médico. A las 12:30 regresan a su domicilio: «Registraron toda la casa. Fueron a recoger a mi novia, que estaba haciendo un curso, y también la trajeron». Alertados por los vecinos, sus padres de Bagaria llegaron a tiempo para ver cómo se lo llevaban a la Audiencia de A Coruña.
Las acusaciones de Pedraz eran por exaltación del terrorismo, asociación ilícita, injurias a la bandera española y a la Monarquía, y daños. «Me dijeron que me podían caer de 10 a 15 años. Con otros utilizaron argumentos del tipo "qué disgusto le vas a dar a tus padres". Hubo gente que se puso nerviosa, pero en general lo llevamos muy bien. Yo sabía que no nos aplicaban la Ley Antiterrorista: durante el registro pude comunicarme con mis padres».
LA REDADA
Tres locales sociales, tres herrikos (sic) gallegas fueron también asaltadas por agentes de la UCO: A Esmorga en Ourense, A Revolta en Vigo y A Gentalha do Pichel en Compostela. Además del periódico Novas da Galiza, publicación «de información crítica», con dos redactores detenidos por Pedraz. En total, requisaron 13 ordenadores, numeroso material informático, 9.000 euros y efectos personales.
El 15 de noviembre trasladaron a los detenidos a Madrid. «Entramos en la Dirección General de la Guardia Civil. Nos metieron en celdas individuales. A las chicas las dejaron tumbarse en los catres. Nosotros tuvimos que estar de pie, cara a la pared, cuatro o cinco horas», relata Bagaria. El día 16 todos se negaron a contestar la única pregunta que les hizo el juez: «¿Pertenece a AMI?». Luego fueron puestos en libertad sin cargos. Eran siete hombres y tres mujeres. Entre ellos, Antom García Marcos había cumplido seis años de cárcel por su pertenencia al extinto Exército Guerrilheiro do Pobo Galego Ceive. El que voló el chalé de Manuel Fraga en 1988. El que mató a un guardia Civil en Irixoa (A Coruña) el 13 de septiembre de 1991.
Quizá Pedraz tuvo en cuenta esto para impulsar la desafortunada operación. O quizá recordó también que dos miembros de AMI están desde julio en prisión preventiva por la colocación de un artefacto explosivo en la sede central de la sede de Caixa Galicia en Santiago.El petardo sólo provocó daños materiales. Giana Rodríguez está desde aquel 25 de julio (Día da Patria Galega) en la cárcel abulense de Brieva y Ugio Caamanho está en la madrileña de Soto del Real.«Pero AMI no hace ese tipo de acciones. Nuestro trabajo es público y visible», aclara Bagaria.
Carlos Barros es un joven periodista de 25 años que dirige Novas de Galiza, una publicación mensual que tuvo que retrasar su número 36 por la redada. Colaboran con ellos periodistas de la talla de Ignacio Ramonet o Ramón Chao. Tiene una plantilla de ocho redactores. Barros prefiere no desvelar su difusión. Pero asegura que se mantiene a través de suscriptores y gracias a su salida a los quioscos hace ocho meses. «Con esta operación no quieren sólo criminalizar a AMI. Colateralmente, atacan a todos los colectivos asociacionistas, los movimientos sociales independientes, que están creciendo en Galicia», asegura su director.
Movimientos sociales, casi todos, antisistema. Que explotan internet («en la red existe control, pero también desgobierno», dicen los hackers de A Treu) para dar a conocer sus iniciativas. Y que han encontrado en estos locales sociales y en estos periódicos alternativos un ámbito ideal de diversión y acción. Todos funcionan con aportaciones de los socios. Algunos de ellos tienen ya 100, otros llegan a 200. Pagan de dos a cuatro euros al mes. Aunque los socios trabajadores asumen voluntariamente más gasto según el nivel de ingresos. Hace dos años apenas existían. Pero su capacidad de captación se ha revelado enorme. Y no sólo entre los jóvenes. Entre el profesorado y la gente del mundo de la cultura el apoyo a estos centros es cada vez mayor. Y eso supone una importante fuente de ingresos.
Ana Pontón, es portavoz de juventud del BNG. A sus 28 años, su currículo asociacionista pasa por Galiza Nova y Comités Abertos de Facultade, organizaciones juveniles ligadas al frente nacionalista.«Conozco las críticas que vierten al BNG desde estos grupos autodenominados independentistas. Su capacidad de acción es muy reducida».
Pero sectores menos oficialistas del BNG le quitan la razón, incluso, desde detrás de la barra del bar de uno de estos locales: «En todo el movimiento asociacionista hay mucho descontento del BNG, como yo. Y ya hay 20 locales como este por toda Galicia.Multiplica», asegura uno de los jóvenes de A Treu. Salimos del local. La noche coruñesa está fría. Se ha hablado mucho de política y de temores policiales. Miran a un lado y a otro. No hay uniformes.Otros días sí. Y como Antón esta cojo, Pedro, quizá Pedro, se ofrece para limpiar mañana el local. Todos los ejércitos han de ser limpios y disciplinados. |
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