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El marxismo es una ponzoña diabólica, veneno letal abrasivo y disolvente, que aniquila las entrañas y los mismos cimientos de la Ciudad de Dios. Es un anticipo del infierno, resonancia satánica del irredento no serviré de Lucifer, bramido desesperado que retumba siniestro en los tímpanos de la eternidad.
Es una de las ideologías más perniciosas para corromper y depravar al hombre. Ha sembrado de grana y barbarie el campo de la Historia con millones de muertos y sacrilegios. Ha propiciado un perjuicio incalculable a la cristiandad, socavando de cuajo sus frondosas raíces y arrastrando a un número incontable de almas al averno. Soplo de hielo que ha marchitado flores de inocencia, de pureza y de virtud.
Rusia esparció sus errores por el mundo, gracias a que el demonio había sembrado la cizaña del liberalismo en los Estados otrora católicos. Hoy en día este virus, asentado en las democracias liberales, sigue imponiendo sutilmente sus mefíticas ideas a través de lo que se conoce como marxismo cultural.
Entrevistamos a una especialista en el tema Laura Raventós i Vilarnau, joven andorrana experta en Hispanismo y Tradicionalismo Católico, principalmente enfocado a población anglófona, como R.U y de EEUU. Redactora en “Traditional Latin Mass Catholics”y otros medios tradicionales.
¿Que se entiende por marxismo cultural?
La expresión clásica del marxismo ha sido la económica, que es la puesta en marcha del aparato económico socialista, siguiendo las ideas de Marx y posteriores ideólogos criminales como Lenin o Mao. Al colapsar este modelo en la mayoría de países a finales del Siglo XX, el marxismo se ha transformado y de forma solapada ha envenenado la cultura en el mundo entero y con mucha más violencia al occidente cristiano. Es solapado pues muy pocos lo saben reconocer como marxismo, pero es tanto o más violento y dañino que la ideología clásica con enfoque económico. El marxismo cultural es pues la puesta en marcha y victoria de la ideología liberal y judeo masónica sobre la sociedad.
¿Quienes están detrás y que fines persiguen?
En primera instancia el sionismo internacional (que oficialmente se llama así desde el siglo XIX), que aliado con sus títeres, en particular la masonería, buscan eliminar a Cristo de la sociedad. Así se lo propusieron desde que asesinaron vilmente a Nuestro Señor, pero de forma más reciente en el Siglo XVIII con su primer y gran triunfo: la revuelta Francesa, seguido del colapso de las monarquías católicas, el triunfo del liberalismo (con sus dos expresiones económicas, la capitalista y la comunista) en el mundo entero, y por si no fuera suficiente en el siglo XX el nefasto Concilio Vaticano II y subsecuente destrucción del mundo católico. El fin es, pues, eliminar a Cristo, y con ello llevar a muchas almas a su perdición, en beneficio de su “dios”, el demonio.
¿Cuáles son sus principales manifestaciones en hechos concretos?
La principal manifestación, al menos en Occidente, ha sido la promulgación de leyes o corrientes culturales que buscan que nuestra religión sea vista como algo privado que no debe pertenecer a la vida pública. La herejía de la separación Iglesia-Estado, otrora condenada por el Papa Pío IX, es hoy una realidad en prácticamente todos los países antiguamente católicos, como España. De hecho, hoy en día solo sobreviven como oficialmente católicos Argentina, Costa Rica y los microestados europeos, pero todos de forma simbólica, un arcaísmo legal, pues han sido también consumidos por el liberalismo y modernismo imperante en nuestros tiempos. Esta es la principal manifestación, el abandono de la fe, pues es la puerta que se abre para el resto de abominaciones: el relativismo, la proliferación de sectas, la sodomía, el aborto, el feminismo, la revolución sexual, y un sin número más de ideas y comportamientos que buscan pervertir la sociedad y hacer que el hombre olvide su fin primordial: servir a Dios. Curiosamente, la Virgen Santísima advertía en Fátima que muchos se condenarían por los pecados relacionados con la carne y son esos los pecados que más exalta y promueve el marxismo cultural, pues con más facilidad destruyen y corrompen el alma y la mente.
¿Por qué ha tenido tan buena aceptación en las sociedades liberales occidentales?
Porque es una ideología relativista, donde la verdad no es universal y absoluta, sino que depende de cada quién y según el momento. Es una verdad cómoda, donde no hay pecado ni infierno, solo placeres. Esto genera el “paraíso en la tierra” que promueve el marxismo, y que de hecho proclaman con orgullo en su himno “La internacional” – es un sitio donde todos tenemos razón y nadie está equivocado ni ha de ser juzgado. Una igualdad que no se basa en la ciencia ni en la lógica, si no en una enfermedad mental, pues eso es el liberalismo, una enfermedad mental que carcome la mente pobre de las masas mal formadas y mal guiadas. Como ovejas sin pastor… y es cierto, ¿pues donde están los pastores? Apenas los hay.
¿Cómo pueden los padres librar a sus hijos de este veneno del marxismo cultural?
A los niños se les debe enseñar fuertes bases católicas, de modo que al crecer cuenten con las herramientas para detectar y aplastar la herejía. Esto sólo se logrará con padres de familia bien formados, y que asistan a comunidades católicas tradicionales, donde entre otras cosas se diga la Misa de siempre y se enseñe la verdadera doctrina. Es la única forma. Además, según las posibilidades, se debe alejar lo más posible del sistema educativo liberal, usando alternativas como por ejemplo la educación a distancia o en casa.
¿Desde qué otros frentes se le puede combatir?
Ya ha dado el mejor consejo el Papa Santo, Pío X: ” En vano construiréis iglesias, predicaréis misiones y edificaréis escuelas; todas vuestras obras, todos vuestros esfuerzos quedarán destruidos si no sabéis manejar al mismo tiempo el arma ofensiva y defensiva de una prensa católica, leal y sincera” – y eso es lo que falta hoy en día, una verdadera prensa católica, salvo contados medios como el vuestro. Pero hace falta más y dar mayor difusión y de forma más agresiva y clara y menos políticamente correcta. Los liberales han triunfado gracias a su aparato mediático propagandístico y eso mismo deberíamos hacer nosotros. Ese es el principal consejo, además claro, de apartarnos como de la peste de los errores de la iglesia conciliar y acercarnos más a la Roma Eterna, recuperando la Tradición Católica y la sana doctrina.
¿Por qué hay cobardía en muchos católicos tradicionales y no reaccionan ante lo que está pasando?
Hay cobardía principalmente por dos razones. Unos temen a las repercusiones sociales, como el tener problemas laborales o en sus relaciones personales con amigos o familiares. Otros temen al enfrentamiento con las jerarquías supuestamente católicas. Así, muchos en privado critican el mal, pero en público hacen la vista gorda con tal de mantener su cómodo status quo. Es una actitud muy grave, que de no rectificar será su propia condena. Recordemos la Sagrada Escritura en el Apocalipsis: “puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Y lo más grave es que no se trata de casos aislados, si no de la gran mayoría, inclusive en los círculos supuestamente más tradicionalistas.
¿En qué principios sólidos se basa para tener las ideas tan claras?
He contado con el privilegio de nacer en el seno de un hogar católico, donde mis padres me han inculcado las bases de la fe, pero he querido ir más allá e instruirme especialmente en aquellos temas que atañen a la salvación de las almas, incluida la mía. Gracias a muy buenos y santos sacerdotes así como a otros letrados de fe sólida, y apoyada con mi formación académica he podido profundizar en temas de filosofía y doctrina católica, leyendo y comprendiendo a grandes santos como Santo Tomás de Aquino y San Agustín, y otros más recientes como San Pío X, a quienes considero mis maestros por excelencia.
Javier Navascués
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