lunes, 22 de abril de 2019

15 señales de que estás infectado de modernismo y no lo sabías

Abrumadora es la cantidad de católicos infectados del “modernismo”. Sin dudarlo un minuto decimos que la única manera de verse libre realmente de esa lepra es abandonando el Novus Ordo, refugiarse en la Santa Tradición y asistir sólo a la Misa Tradicional. No hay de otra. 
La atmósfera que se extendió en todos los sectores de la Iglesia después del Vaticano II es tóxica. Termina enfermando con el paso del tiempo aún a los católicos mejor dispuestos. Llega a afectar todo: la piedad, la vida familiar, la vida espiritual, la práctica de las virtudes, la forma de recibir los sacramentos, la moralidad, etc.

Para ayudar a ver más claro a aquellos de buena voluntad que no terminan de comprender el problema, les ofrecemos la siguiente guía-test. Sólo aterrizando en aspectos específicos se capta la crudeza del problema y lo mucho que le han quitado a los católicos con los cambios.

1. BIBLISMO: Todo lo intentas explicar con la Biblia, y nada más. Como si no existieran concilios, doctores de la Iglesia, encíclicas, Magisterio Infalible de 2,000 años con los cuales hacer apologética. Ante cualquier pregunta sobre la Fe lo primero que haces es recorres tu memoria para encontrar el versículo bíblico que más calce a lo que te
consultan. Todo se reduce a Biblia, Biblia... Por el contrario, la Iglesia iluminada por el Espíritu Santo tiene un arsenal de doctrina de dos mil años, con 20 concilios que desconoces por culpa del biblismo de Lutero. Ese biblismo exagerado ha hecho que el católico, incluso practicante, ignore las definiciones seguras, dogmáticas, infalibles y sabias de los Concilios y Papas para apoyarse sólo en la Biblia por ser lo único que conoce y que ciertamente es bueno, pero no suficiente.

2. ¿REZAR DE RODILLAS? No rezas de rodillas, ni obligas a tus hijos pequeños a hacerlo. Por el contrario te diriges a Dios casi de igual a igual. Sentado en un cómodo sillón, mejor. Puedes hacer 1 hora de ejercicio diario pero arrodillarte 15 minutos para postrarte como pecador ante Cristo Crucificado en las mañanas y las noches con tu familia es demasiado sacrificio.

3. QUE ME PREDIQUEN BONITO: Prefieres predicaciones llamativas, donde el predicador de vez en cuando salga con algún chistín, y brinque por aquí o por allá un aplauso de la gente. Buscas predicadores laicos “porque predican más bonito”. Los sacerdotes suenan un poco más aburridos. Y si de sacerdotes se trata, buscas uno que tenga mejor sentido del humor. Asegurarte que sea un sacerdote de Sana Doctrina es lo último en lo que has pensado.

4. UN DIOS-SIRVIENTE: En tus oraciones abundan frases tipo “libera-me”, “sána-me”, ... todas centradas en el ser humano y donde Dios se convirtió en nuestro sirviente. Ni rastro queda de aquellas oraciones donde nos humillamos ante la Divina Clemencia por haberle ofendido o que nos envíe cruces para expiar pecados. Si puedes hasta pones música instrumental para hacerte sentir “más bonito”. (Sentimentalismo = Modernismo = Protestantismo).

5. YA NO MÁS ORACIONES CON FÓRMULAS DE MEMORIA: Ves con aburrimiento (pero no lo dices) las oraciones que se repiten de memoria. Piensas que no estás orando del todo porque repites y repites, pero no sientes. Via Crucis, Novenas, Rosarios, Trisagios, son buenas, no lo niegas, pero prefieres las oraciones espontáneas “que salgan del corazón”. Lo que no sabes es que estás despreciando oraciones ortodoxas (que no tienen herejías), que practicaron generaciones de católicos durante siglos, de las que Jesucristo mismo y la Virgen Santísima han revelado que les son de sumo agrado, y que están indulgenciadas por la Iglesia. Y con todo esto, ¿las ves por menos?

6. MENOS LITURGISMO, MENOS RITUALISMO: Has llegado a sentir cierto desagrado por los ritos de la Iglesia (incienso, velas, ornamentos litúrgicos, misales, ceremoniales, bendiciones, señales de la cruz, procesiones). Todo ello lo ves como cierto fariseísmo. Asistir a la liturgia lo haces casi por obligación. La ves aburrida y hasta desearías que hubiera una “renovación” en la Iglesia.

7. LOS DÍAS DE AYUNO Y ABSTINENCIA: No te has interesado por saber cuáles días del año son en la Iglesia de precepto obligatorio, o de ayuno y abstinencia. Y si los sabes, no te preocupas demasiado por cumplirlos. En las predicaciones que escuchas no has oído hablar de la mortificación de la carne y por eso el ayuno y la penitencia tienen ahora un significado más light: “No importa comer carne en Cuaresma, lo que no hay que hacer es comer carne humana”... “El ayuno que cuenta es un corazón humilde”... ¿Te suenan familiares verdad?”

8. LAS INDULGENCIAS: Has oído hablar de que existen indulgencias, pero no te has interesado en practicarlas. En tu memoria están Lutero y los protestantes que engañaron con sus mentiras haciendo ver las indulgencias como un negocio. Nunca has escuchado, por ejemplo, que para el 1 noviembre hay indulgencia plenaria por los difuntos con sólo visitar un cementerio, confesarse y comulgar. Tesoros inmensos que el modernismo te ha escondido.

9. CANTOS GREGORIANOS: Los cantos gregorianos, que tantos santos entonaron en capillas, iglesias, conventos, monasterios, etc.. son música vieja, aburrida. No “sientes” en ellos al Espíritu Santo. Ha llegado a tal punto el desmantelamiento de la piedad católica que has oído con gusto a músicos protestantes pero arrugarías la cara si te pusieran música gregoriana. 

10. EL LATÍN: ¿Y el latín, que es la lengua de la Iglesia? Eres ya adulto y no sabes ni siquiera rezar el Pater Noster. Pero sí quieres hablar 2 o 3 idiomas más, además del español. Con el latín oramos con precisión perfecta y sin posibilidad de herejías las más preciosas oraciones de la Iglesia de la misma manera que cientos y miles de santos en el correr de los siglos. Seguir las huellas de los santos es el camino más seguro de llegar al cielo. 

11. LA MISA: La Iglesia debería ser menos ritualista. La liturgia y la misa son un mal necesario y deben dar paso a algo “más cercano al pueblo”. Todo eso lo piensas porque entiendes muy a la protestante aquello de “Hay que adorar a Dios en Espíritu y en Verdad”. Si por ti fuera, harías del culto católico algo muy festivo, abierto a la espontaneidad y más participativo. Quisieras que tu párroco copiara a los pentecostales con su “adoración y alabanza”. Eso sí, en tus asambleas de oración te desquitas...

12. MODA Y VESTIR: Y ni qué decir de la vestimenta. Sólo en fotos has visto mujeres con velo en misa. Si eres mujer ahorita mismo vistes seguramente pantalón o tienes muchos en tu closet. Usar falda larga y mangas cubiertas en el día a día.. imposible para ti. Si eres hombre, no te acuerdas de la última vez que fuiste con ropa de vestir y manga larga a la Santa Misa. Asistir al templo en tenis, jeans, camiseta y con las faldas por fuera es de lo más normal.

13. DESPREOCUPACIÓN POR LOS DIFUNTOS: Las almas del purgatorio son desconocidas para ti. Si bien es cierto que crees en el Purgatorio, en la práctica es como si no creyeras. En los grupos de oración donde asistes nunca hablan de ello, o en tus oraciones diarias poco recuerdo e interés tienes en rezar por los difuntos, ni siquiera por tus parientes. Todo eso suena a viejecitas de pueblo que rezaban por las ánimas.. Y ¿Pagar misas por ellas? ..Es demasiado pedir.

14. LOS SACRAMENTOS SÍ SÍ, PERO NO TANTO: Los sacramentos en general, aunque los recibes, no están anclados firmemente en tu lista de prioridades de la vida espiritual. Por eso, aunque crees en la Santa Misa o en la Confesión, no sigues el ejemplo de los santos de recibir los Santos Sacramentos con la mayor frecuencia posible y de velar porque los tuyos también los reciban. Estás bombardeado del dardo protestante: “Biblia y oración - Biblia y oración”, y por eso los sacramentos han pasado a un segundo plano sin darte cuenta.

15. USO MÍNIMO DE LOS SACRAMENTALES: ¿Cuantas imágenes benditas tienes o usas? Está el Crucifijo o el Corazón de Jesús ocupando el lugar de honor en la sala de tu hogar? ¿O en su lugar tienes una enorme pantalla plana? Sé sincero. Si contaras las imágenes, estampas, escapularios o crucifijos bendecidos, en tu casa, con los cinco dedos de una mano los contarías, y te sobrarían dedos. El Escapulario, por ejemplo, que tantas promesas tiene, es algo de lo que no te hablaron en tu parroquia, y por eso no lo tienes, no lo valoras y no te lo han impuesto. 

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