Los orígenes, tan lejanos, están sumidos en la noche de los tiempos. Esta es una historia que se mueve entre leyendas. Por supuesto, Santiago el Mayor nunca estuvo en lo que hoy son las tierras de España. Murió en el año 42, asesinado en Palestina por el gobernador Agripa.
La tradición de su enterramiento en Compostela se fundamenta en el siglo IX en época de Alfonso II. La imagen imposible de Santiago predicando en España cobra fuerza a partir del siglo XII. La primera vinculación de Santiago con España aparece en De Vita et Obitu Patrum, una obra de San Isidoro, en el VII. «Es un misterio por qué se vincula precisamente a Galicia en plena monarquía asturiana, y no a Toledo, Sevilla o Barcelona, que serían lugares más lógicos». El mito del finis terrae puede tener mucho que ver. Y ya a finales del siglo VIII, en tiempos de Mauregato, se produce la primera referencia de Santiago como patrono de España.
Un baile de fechas y de tradiciones que fueron consolidándose hasta convertir a la catedral de Santiago en sede de una tumba que desde la perspectiva de la Historia rigurosa no existe, la del Apóstol.
Se cuenta que Alfonso II el Casto fue el primer peregrino a Santiago. Es otra leyenda sin demasiado fundamento porque no consta en documento alguno esa «excursión» del rey asturiano al lugar donde el monje ermitaño Pelayo descubrió supuestamente la tumba del Apóstol. En el siglo IX ya hay peregrinos; en el X Santiago se convierte en fenómeno internacional... y hasta ahora.
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