viernes, 12 de junio de 2015

ANIMALES TERRITORIALES

Por Gaspar M. B
Uno de los temas más indiscutiblemente polémicos de nuestra época es la llamada “cuestión nacional”. Como se pretende explicar en este artículo el enfoque con que se tratan estas polémicas por la mayoría de los actores políticos, sociales y mediáticos son sesgados e interesados desde los supuestos más básicos, queriendo responder a preguntas mal planteadas.
En lo sucesivo se hablará del territorio como la vinculación que se desarrolla entre un espacio físico y las comunidades humanas que lo habitan a lo largo de la Historia. Esto servirá para contraponer territorio a pueblo, comunidad humana conformada a lo largo de la Historia, y también a nación, entidad política vinculada al territorio a partir del la Revolución Francesa.


Genealogía
La relación entre los pueblos y los territorios en los que se desarrollaban ha llenado infinidad de libros y es el contenido de distintas disciplinas académicas. No se pretende hacer aquí un estudio exhaustivo de estas relaciones sino un repaso por encima de los hitos más importantes y centrados en el caso europeo.
El repaso comienza en la llamada Edad Media, con una economía feudal en la que la población estaba muy ligada al territorio en que vivían. El territorio se concebía como una propiedad privada, parcelas bajo la autoridad de un propietario que controlaba tanto el medio como los pueblos vinculados a él. Dentro de estas “parcelas” hubo ciudades que significaban una singularidad en el territorio: no solo formaban comunidades humanas mucho más densas sino que se salían de la propiedad unipersonal del territorio al contar con cartas magnas o fueros que las concedían un cierto grado de autonomía y autogobierno. A medida que la Historia fue avanzando los cambios en la composición de las comunidades humanas y sus sistemas de dominación fueron abriendo paso a lo que varios siglos después serían los estados modernos.
Los estados modernos suponen el siguiente paradigma sobre la visión del territorio puesto que, si bien se mantiene la visión meta-geográfica en la que el territorio se divide como una tarta, cambian la relación que los pueblos tendrían con los territorios en los que se desenvuelven. A partir de la teorización de las ideas de la Ilustración y de su puesta en práctica con la Revolución Francesa aparece en Europa la idea de Nación y su consiguiente movimiento partidario, el nacionalismo. Como se definía antes, la nación sería la entidad política que un pueblo construye sobre un territorio. Eso significaba unas relaciones distintas entre pueblos y territorios, nuevas relaciones formalizadas en naciones que pudieran dar sustento ideológico a la creación de un estado moderno que a la vez diera capacidad de autogobernarse a cada pueblo. Esta nueva visión del territorio generalizó, casi siempre desde las estructuras de poder, una visión del territorio propia del nacionalismo. Esta visión parte de unos conceptos abstractos e ideológicos como la frontera o la homogeneidad del territorio en lo cultural, lo histórico, lo ambiental, lo lingüístico, lo económico, lo político… A lo largo de los 2 siglos de nacionalismos han aparecido muchos tipos de sistemas nacionales. Destaca la concepción del imperialismo en que la nación quedaba dividida entre metrópolis y colonia y que ha sido especialmente relevante en el desarrollo de los estados.
Frente a esto, las corrientes de pensamiento de los socialismos introdujeron conceptos novedosos. Parte de estas corrientes partían de los conceptos nacionalistas a la hora de elaborar teóricamente el socialismo, mientras que otras se distanciaron e introdujeron conceptos innovadores como sería el federalismo y, de acuerdo con él, conceptos con más repercusión posterior como el derecho de autodeterminación y secesión. Estos conceptos nacen desde corrientes que proponían la estructuración del territorio en “comunas” descentralizadas y autónomas, donde el federalismo era plenamente coherente al no estar sometido a las necesidades estatales. Sin embargo el federalismo es rápidamente asumido por parte de distintas corrientes políticas que lo integran con la cosmovisión nacionalista, como posteriormente ocurre también con el concepto de autodeterminación. Estos aportes son importantes porque son los que facilitan la generalización mundial del sistema de estados nacionales mediante los Movimientos de Liberación Nacional y que además generan constantemente contradicciones dentro de la lógica nacionalista.
Hoy nos encontramos con un visión mayoritaria con respecto al territorio heredada de todo este proceso histórico y muy marcada por la época reciente en la que el territorio se parcela y con ello se parcelan también las comunidades que en él se desarrollan. Y no solo a nivel mundial, esta concepción ha tenido su recorrido también a nivel local, donde se han seguido los mismos criterios a la hora de relacionarse con el territorio.
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3d-2
El territorio parcelado (municipios) frente al territorio red (carreteras).
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Hoy
En el siglo XXI y ya en un periodo de post-globalización hay que señalar la nueva cosmovisión hegemónica sobre el territorio para entender las contradicciones de esta época.
El desarrollo de las telecomunicaciones y el desarrollismo urbanizador y post-industrial ha roto con la lógica del territorio como una sucesión de parcelas y ha introducido en la práctica un territorio que se divide en 2 categorías: centros y periferias. Los centros son la red mundial de megápolis y la periferia sería todo lo que queda fuera. Las megápolis no son las grandes ciudades y las relaciones que se dan en ella sino que son la parte tecnificada del territorio, la parte del territorio dependiente de las materias de la periferia y en la que se desarrolla la vida social y económica de las comunidades. Por otra parte las periferias serían las zonas del territorio dejadas en segundo plano y que son la reserva de suelo, materiales y población trabajadora para la megápolis. Esta nueva concepción podría asimilarse al antiguo imperialismo, pero añadiéndole la descentralización que actualmente se permite a las metrópolis y la ruptura con la concepción idealista del nacionalismo que se sustituye por “la aldea global”, la “multiculturalidad” y otros conceptos de la época de la globalización.
Esta contradicción entre la teoría política nacionalista y la práctica económica ha introducido en el vocabulario político el concepto de las identidades. Las identidades son en la antropología la condición psíquica que une a una comunidad humana, lo cual llevado a la política se interpreta como la argamasa de los pueblos y por tanto, como la semilla original de las naciones. En esta era en la que las fronteras y la homogeneidad interna en ellas ya son abstracciones inservibles en la mayoría de los casos, una nueva teoría basada en las identidades colectivas está sirviendo para explicar los procesos que se dan en las megápolis actuales, donde se superponen distintas identidades colectivas resultado de flujos migratorios y de rupturas generacionales. Esto da pie a una nueva cosmovisión territorial que rompe con gran parte de los presupuestos de lo nacional.
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Historia viva
El desarrollo de la Historia es un hecho de plena actualidad y la relación de la humanidad con el territorio es un aspecto fundamental en ella. Ante el nuevo paradigma territorial al que nos ha llevado el desarrollo están surgiendo distintas posiciones que hay que entender no como ideas recién aparecidas sino como el fruto de un proceso dialéctico.
Un ejemplo se puede ver en Europa ahora que se están intentado restaurar nacionalismos de inspiración nazi-fascista como reacción a los conflictos entre identidades en las megápolis y cuya solución es la implantación de una territorialidad en la que el pensamiento nacionalista sea hegemónico, para lo cual se idealizan momentos del pasado y en algunos casos ciertas experiencias históricas concretas.
Otro ejemplo se presenta en los distintos colectivos ecologistas, decrecentistas y antidesarrollistas que proponen y practican una descentralización del territorio independientemente de las identidades, regenerando el mundo rural tradicional que en algunos casos se toma como referente de territorialidad.
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Bases conceptuales:
Nacionalismo y relación con los pueblos:
– Nacionalismo y cultura. 1936, Rudolf Rocker.
Capitalismo industrial y relación con el territorio:
– Perspectivas antidesarrollistas. 2011, Miguel Amorós.

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