Lenin, paradójicamente, se declaraba enemigo del neomaltusianismo "esa corriente de una parejita aburguesada, encorsetada y egoísta". Pero en 1920 legalizó por primera vez el aborto, una plaga que ha diezmado la población mundial. Rusia ha abortado una vez y media su población actual.
El dictador comunista Lenin aprobó el aborto por primera vez en la URSS en 1920.
Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, ya en 1913 abordaba, no sin controversia, la cuestión del aborto. En un discurso sobre ‘La clase obrera y el neomaltusianismo’ publicado en el número 137 de Pravda cargaba contra la idea burguesa de “la parejita”, que ha llegado hasta nuestros días.
La postura de Lenin era controvertida, por cuanto cargaba contra las teorías neomalthusianas, al tiempo que apoyaba la legalización del aborto.
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Por un lado, sostenía tajante, en reproche a la clase burguesa: “Somos unos enemigos acérrimos del neomaltusianismo, esa corriente de una parejita aburguesada, encorsetada y egoísta, que balbucea, miedosa: que dios nos permita mantenernos a flote, pero no necesitamos hijos”.
“Lenin para referirse al aborto usaba expresiones como ‘malparto artificial’ o ‘extirpación del feto’”
Por otro, afirmaba: “Eso no nos impide exigir una abolición incondicional de todas las leyes persecutorias del aborto o de la difusión de los trabajos médicos sobre la anticoncepción. Tales leyes no son otra cosa que la hipocresía de las clases opresoras”.
De esta manera, en 1920, la Rusia comunista se convirtió en la primera nación en legalizar la muerte cruel y violenta de un ser humano en el transcurso de su vida intrauterina. O, en términos que utiliza en propio Lenin para referirse al aborto, la legalización del “malparto artificial” o la “extirpación del feto”.
Entonces, la población rusa, pese a la legalización del aborto seguía creciendo. Pero el resultado, al cabo de casi un siglo de aborto legal, es que Rusia se configura como la nación que más porcentaje de abortos respecto a su población actual ha provocado.
Según un reciente estudio, sólo entre 1957 y 2013, en Rusia se habrían registrado 205 millones de abortos, lo que supone, respecto a su población actual de algo más de 140 millones, que en ese periodo en Rusia se ha eliminado la vida del 143% de su población.
Escalafón de países según el ratio de abortos en relación a a su población actual.
Comunismo y aborto, una tragedia global
En mismo estudio estima que el total de abortos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) producidos desde 1921 hasta su disolución en 1991, supone el 96,5% de su población actual, con más de 282 millones de abortos.
La mayoría de los países que salen peor parados en este estudio que ha analizado las cifras de 89 naciones son aquellos que pertenecieron a la propia URSS o que han sufrido o lo hacen aún, los rigores de los regímenes comunistas.
En números absolutos, China es la nación que más abortos ha provocado (más de 350 millones registrados entre 1956 y 2013), lo que supone un 25,2% de su población actual. Pero en términos relativos, sólo ocupa la posición número 24.
Por delante se sitúan, tras Rusia, Rumanía (118,5%), Estonia (100,1%), la URSS, Bielorrusia (91,7%), Bulgaria (83,1%), Hungría (63,9%), Ucrania (56,6%), Georgia (54,2%), Moldavia (51,7%), Cuba (44,3%), Lituania (38%) o Letonia (36,5%).
Dejando a un lado la excentricidad de la región autónoma danesa de Groenlandia (que ocupa el noveno lugar con 31.102 abortos entre 1967 y 2013, un 55,3% de su población actual), el primer país no comunista en el escalafón es Japón, que ha abortado una cantidad de seres humanos equivalente al 30,8% de su población actual.
Desde que Lenin legalizara el aborto, han sido eliminados más de mil millones de seres humanos en todo el planeta, lo que representa algo más del 15 % de la población global.
2017 será recordado en Rusia como el año en el que, por primera vez en casi un siglo, al menos una región rusa prohibió durante un día la práctica del aborto
El invierno demográfico llega a Rusia
Casi un siglo después de que se legalizara por primera vez el aborto, Rusia se enfrenta a una preocupación mayúscula respecto a su población. Su crecimiento fue constante hasta mediados de los años 90 del siglo XX.
Desde entonces, comenzó un declive notable que se ha extendido casi sin remedio hasta 2015, en el que experimentó un repunte considerable gracias a algunas políticas de natalidad. Sin embargo, se calcula que en el año 2025 la población rusa caerá desde los 147 millones de 2017 hasta los 100 millones.
Ya en el año 2.000 Vladimir Putin lo advirtió con claridad: “Estamos en peligro de convertirnos en una nación senil”. No en vano, sólo por la diferencia entre nacimientos y muertes, sin contar el aborto, Rusia pierde todos los días cerca de 500 personas.
Para luchar contra el aborto, en Rusia está naciendo un fuerte movimiento civil, apoyado por la Iglesia ortodoxa, que no sólo está a favor de limitar el aborto, sino de prohibirlo por completo.
Aunque lograrlo está lejos aún, 2017 será recordado en Rusia como el año en el que, por primera vez en casi un siglo, al menos una región rusa prohibió durante un día la práctica del aborto.
El pasado mes de enero, la región de Yaroslavl acogió, convocada por la archidiócesis ortodoxa y con el apoyo del Departamento de Salud y Farmacia, la jornada titulada “Día de silencio sin abortos”.
Santiago Carrillo aseguraba que el aborto “diferencia el hombre de los animales, ya que éstos se reproducen por institnto, sin planificación”
El Partido Comunista y el aborto en España
El Partido Comunista de España, aunque no en exclusiva, ha estado siempre en la vanguardia de la promoción del aborto en España. En junio de 1981, el PCE registró una proposición de ley de “regulación de la interrupción voluntaria del embarazo”.
En él, se anticipaba lo que llegaría a España casi tres décadas después con la Ley Aído, que entró en vigor en julio de 2010. El partido liderado por Santiago Carrillo apostaba entonces por un sistema de plazos, con aborto a petición durante los tres primeros meses de embarazo.
El PSOE entonces apostaba por la despenalización, pues según informaba entonces el diario El País, la formación de Felipe González consideraba entonces que con el sistema de indicaciones “la decisión última del aborto corresponde siempre a un tercero y no a la libre voluntad de la mujer” (sic).
Santiago Carrillo interviene en un congreso de la Internacional Socialista celebrado en Berlín en 1963.
El proyecto de aborto de los comunistas establecía la edad de 16 años como la mínima para pedir el aborto y preveía la objeción de conciencia de los médicos, pero con un seguro. Todo establecimiento de la Seguridad Social debía tener en plantilla y activo personal suficiente sin problemas de conciencia para ejecutar un aborto.
Santiago Carrillo se refería al negocio del aborto, entonces clandestino, como un oficio “tan rentable, vergonzante y mafioso que muchos tienen montado para explotar la drámática situación de las mujeres”.
¿Qué esperaba el Partido Comunista conla legalización del aborto? “Lograr una cierta normalidad y armonía en las familias, con hijos todos ellos deseados” porque a su juicio, “sólo así se diferencia el hombre de los animales, ya que éstos se reproducen por institnto, sin planificación”.
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